La pelota parada para abrir el camino y la inteligencia para tomar rédito de una duda de la defensa de Cobresal, los argumentos que explotó Talleres para encaminar el triunfo en el primer tiempo. De un córner, el colombiano Kevin Mantilla enseñó su potencia para imponerse en el juego aéreo y dejar fuera de acción al arquero Leandro Requena, un cordobés que se forjó en Talleres y hace cuatro años se sumó al plantel minero. “Estuve 17 años ahí, es el club de mi vida. Le tengo un amor y un cariño gigante”, apuntó el guardavalla, que tuvo una actuación destacada cuando Cobresal dejó espacios en la defensa, en su desesperación por descontar y ponerse en partido.
La victoria de Talleres en Chile
Las intervenciones de Requena ahogaron festejos de Rubén Botta, Federico Girotti, Ramiro Ruíz Rodríguez y Sosa, el cuadrado ofensivo que dispuso el entrenador Walter Ribonetto y que logró asociarse en varios pasajes del partido. El déficit de Talleres radicó en no aprovechar las varias situaciones de peligro, en particular en el primer tiempo, cuando la cabeza estaba oxigenada y el físico respondía. Lentamente, las energías fueron decayendo, aunque se las ingenió para soportar el enredado ataque que diseñaba el rival y lanzó un par de contraataques para tomar aire y demostrar que aun sin la frescura del primer episodio tiene talento para manejar el ritmo.
El momento de mayor zozobra para Talleres mutó en festejo. De un tiro libre que ejecutó Leonardo Valencia, Franco Bechtholdt –argentino nacionalizado chileno, aunque nunca jugó en el fútbol criollo- anotó, después de la fantástica respuesta que enseñó el arquero Guido Herrera. El árbitro asistente boliviano Juan Montaño levantó la bandera señalando posición adelantada y el VAR –con sus compatriotas Wilfredo Campos y Jorge Justiniano- convalidó la sanción, después de cuatro minutos de deliberación; apenas el árbitro principal Ivo Méndez dio la orden para reanudar el juego, Talleres castigó la distracción de Cobresal: Herrera ensayó un tiro largo, Girotti peinó la pelota y Sosa se encargó de la definición.
Pocas resultaron las equivalencias entre los chilenos, novenos en su campeonato, y Talleres, que no logró la clasificación para los playoffs y en el juego final con Independiente se enzarzó en polémicas con las altisonantes declaraciones de Girotti contra el arbitraje y la AFA, aunque el delantero más tarde se retractó de las acusaciones. Las ideas de Cobresal fueron escasas, se repitió en centros que desbarataron los defensores Matías Catalán y Mantilla, o quedaron en las manos de Herrera, que no se complicó si la jugada pedía enviar la pelota al tiro de esquina.
Devolverle energía al equipo con las ventanas de cambios fue una metodología que practicó Ribonetto. Juan Portilla, Juan Portillo, Valentín Depetri, Nahuel Bustos y Gustavo Bou se convirtieron en el quinteto con el que Talleres reorganizó las líneas para no padecer sofocones. Con menos presencia ofensiva que en el primer tiempo, La T ya tenía lo que fue a buscar a Chile: la victoria para sostenerse en la cima de la tabla de posiciones, el invicto y la fuerza del gol, porque San Pablo, Barcelona y Cobresal fueron víctimas de la artillería cordobesa.