Perel y su esposa eran encontrados muertos con sendos balazos en la nuca, y según lo juzgaban por entonces los investigadores, se trataba de “un homicidio perpetrado con inocultable sello mafioso».

Ambos cuerpos fueron hallados sobre la cama. El hombre estaba boca abajo y la mujer de costado. Los dos vestían pijamas. En el cuarto de la elegante cabaña del apart-hotel «Puerto Hamlet», donde la pareja se alojaba, se encontraban dos armas: un revólver calibre 10,16 y una pistola Walter 7,65. Además se hallaban dos vainas servidas de esta última arma.

La autopsia indicaba que habían sido «fusilados» a una distancia de entre 5 y 40 centímetros, porque en la nuca de ambos se halló lo que se conoce como el «halo de fish», una marca de pólvora que deja el arma cuando es disparada de cerca. Además, el cuero cabelludo del hombre y de la mujer no presentaba las quemaduras típicas cuando el arma es apoyada sobre las víctimas.

Para agregar más misterio se encontraba en la habitación un papel impreso por computadora con el siguiente texto: «Soy un gringo colaborador del Citibank. Muerto (asesinado) por no pagar la coima (sobornos) del Antfactory Holdings Limited del Citi Group». La pesquisa revelaba que el mensaje utilizaba «modismos» (especialmente con las palabras «gringo» y «coimas»).

Los investigadores estaban casi convencidos de que se había tratado de un crimen por encargo, en el marco de una venganza, teniendo en cuenta que Perel era un hombre vinculado al quehacer financiero y bancario.

Pasaron los años y una nueva hipótesis elaborada por una comisión de detectives afirmaba, que Perel había matado a su mujer y luego se había suicidado, que lo ocurrido tenía una sola explicación: agobiado por deudas había disparado contra su esposa enferma y luego se había matado con el único fin que sus herederos cobraran un seguro de vida contratado en algún lugar del mundo.

Pese a esta aseveración también se mencionaba otra posibilidad, que el matrimonio hubiera sido asesinado por un “killer” (asesino profesional), enviado por una presunta mafia china a la que Perel habría estafado en una frustrada compra de frigoríficos en el Gran Buenos Aires.

La causa paso por distintos fiscales, sin imputados ni sospechosos, teniendo como dato llamativo que su familia nunca se presentó para impulsar la investigación como particular damnificado, solamente se hizo presente en nuestra ciudad para retirar los efectos personales secuestrados en los allanamientos realizados en las viviendas y empresas de las víctimas.

Veinte años después la causa sigue igual, nadie pudo dar respuestas al interrogante que seguramente acompañará el caso por el resto de los días: ¿Fue un crimen o un suicidio?.