Pese a todo el escenario de presiones, todo se terminó no bien el brasileño Ramón Abatti indicó el comienzo del cotejo. O, mejor dicho, una vez que el cronómetro superó el minuto y medio de juego, acaso el tiempo en el que más cómodo se sintió el conjunto dirigido por Fernando Batista: agarró la pelota y “mintió” con la intención de no defenderse más que con el dominio. “Como siempre, esperamos un partido en el que debemos aguantar los primeros 15 o 20 minutos en los que Ecuador va a querer llevarnos puestos”, avisó el “Bocha” en la previa. Se equivocó. El infierno quemó unos 50 minutos sin frenos (y algo más también).
Ecuador se movía a otro ritmo. Con otra calma y, a la vez, con otra aceleración, con y sin pelota. Sí, los venezolanos tuvieron un par: un cabezazo cercano al ángulo de Salomón Rondón y una pared que el ex delantero de River le devolvió a Telasco Segovia para que sacara un remate que exigió a Hernán Galíndez, en momentos del partido en el que se trataron apenas de situaciones esporádicas. Básicamente, porque sus compañeros, mientras tanto, elaboraban las siete chances que cerraron la cuenta del primer tiempo.
El que no se equivocó fue Beccacece, también en las palabras previas al duelo. Cuando le plantearon una interesante reflexión acerca de la falta de centroatacantes en Ecuador, incluyendo la sentencia de que “Venimos hablando de Enner Valencia desde 2014″, el entrenador argentino calificó como “buena” a la apreciación, la aceptó y la respondió con mera inteligencia. Porque, más allá de explicar que por ese motivo empiezan a trabajar de a poco con los sparrings de las categorías juveniles, le dio su debido lugar al atacante de Inter, de Porto Alegre.
“Mientras lo tengamos, igual, disfrutémoslo. Porque viene haciendo goles acá, el otro día convirtió contra Gremio en la final (del Torneo Paulista) y le ha dado muchas alegrías a los ecuatorianos. Mientras tanto, hay que valorarlo”, pidió. Dio en la tecla. Justamente, fue el hombre de la jornada. Desde el comienzo hasta los 40 minutos del segundo período, cuando fue reemplazado escuchando la ovación de la gente y el “¡Te felicito!” efusivo de su director técnico.
A los siete había tenido la primera oportunidad del encuentro, errada de forma increíble para su jerarquía: Pedro Vite se la bajó de cabeza en el área y, con algo de ángulo y un Luis Romo que ya había salido del arco desesperado, le erró al espacio que le había quedado y tocó la red del lado de afuera. Al cuarto de hora, tuvo en sus pies el toque final de una jugada colectiva fantástica, a puro pases de primera, pero le terminó saliendo débil a las manos del arquero.
En medio de la ola de intentos y dominio ecuatoriano prácticamente absoluto, llegaría su desahogo a los 39 minutos. Sin marca en la derecha del área grande, controló con el pecho un pelotazo cruzado y, con menos ángulo que en aquella primera situación, remató al segundo palo: el pique al suelo que le dio sin intención a la pelota confundió a Romo y lo hizo responsable del gol.
Más lindo sería el que firmó en el segundo tiempo. Debió esperar mucho en la primera mitad para su aporte y nada para encontrar otro en el complemento. A los 30 segundos ya estaba celebrando. Sacó el visitante del medio campo y el volante Cristian Cásseres la entregó mal y largo hacia atrás, facilitando que Valencia aprovechara el vacío defensivo para irse mano a mano y levantársela al arquero para evitar su achique.
Con confianza, empezó a ser una pesadilla. Mientras su equipo manejaba los tiempos y hasta había bajado la intensidad en los ataques, evidentemente conforme con la diferencia en el marcador, él tenía hambre de más. Venezuela, además de correr detrás de la pelota totalmente a destiempo de gambetas, toques y velocidades, tenía que soportar la voracidad del atacante, de 35 años. Por eso mismo es que, a los 22, le filtraron una pelota para su diagonal dentro del área que llevó a Romo a hacerle penal ante la gambeta veloz hacia fuera.
Claro, tomó la pelota Gonzalo Plata para ejecutar la maniobra de distracción que habitúan los protagonistas hoy en día. El encargado era Enner, más si aquello significaba un hat-trick. Sin embargo, el gigante guardameta le adivinó su clásica intención de tomarse sus tiempos para luego definir liviano y le detuvo el remate hacia el palo derecho, a media altura.
Esa vida que salvó Romo, cambió el andar de ambos. Ecuador dejó de generar el mismo peligro, aun con más espacios, y los de Batista empezaron a entender (muy tarde) que debían parar sus líneas más adelante. Así, la circulación se repartió y el local empezó a recibir algún susto. Hasta que, sobre la hora, directamente se transformó en descuento por la media chilena, casi debajo del arco, que realizó Jhonder Cádiz. Quedaban siete minutos de adición, aunque -al mismo tiempo- no tuvo tiempo por la serenidad que adoptó Ecuador para quedarse con el triunfo.
Ganó el Ecuador de Sebastián Beccacece y va sintiendo que sus pies tocan el suelo del norte de América. A Venezuela lo hubiera motivado un triunfo, pero no hizo los mismos méritos y, a la vez, era un difícil compromiso que no le altera los planes de tener que imponerse en los próximos dos encuentros para que el sueño retome sentido. Este viernes, Valencia fue mucho para sus intenciones defensivas.